lunes, 6 de abril de 2015

Interstellar (Película)

     Reconozco que siempre me ha gustado la ciencia ficción. Eso sí, cada vez menos. Con los años voy perdiendo afecto por lo fantástico y lo imaginativo, y parece que la gravedad ejerce más influjo en mí, asentándome en el ámbito de lo cotidiano y real, como se suele decir, haciendo que tenga los pies en la tierra. En cualquier caso siempre aplaudo una buena novela o película de ciencia ficción, si bien es difícil que ya me sorprenda.

El cine actual suele disfrazar la mala calidad de los argumentos con unos efectos especiales que hacen que la atención del espectador se centre en el continente en detrimento del contenido. Fuegos artificiales para un pobre guión. La cuestión es qué demanda el espectador: ¿un buen guión o buenos efectos? Lo ideal es conjugar ambos, pero no siempre es fácil. El problema es cuando estos dos aspectos adolecen de calidad.
     Es el caso de Interstellar, donde una nave espacial viaja a otro universo por un agujero de gusano (tema recurrente para los viajes a sistemas a años luz) porque la Tierra está viviendo una situación apocalíptica y se pretende buscar una salida para la raza humana allende las estrellas. Nada original en su concepción.
     Un enredo con el continuo espacio-tiempo que los guionistas modelan a su antojo. Paradojas del viaje en el tiempo utilizadas ad hoc para convertirlas en conmovedoras reuniones entre padres de 30 años e hijas de 90. Sí, digo bien…hijos que parecen padres y viceversa. Ya saben.... la teoría del asesino del abuelo... Una ensalada temporal aderezada con luces, brillos, e incluso con el protagonista dentro de un teseracto o cubo cuatridimiensional. Ciencia ficción a paladas y sin control.
     En definitiva, nada que no nos hayan contado ya los Asimov de los años 70 basándose en las consecuencias prácticas e indemostrables de la Teoría de la Relatividad de Einstein y un pobre mensaje filosófico. Guión poco original y efectos especiales sin demasiada alaraca. En la escena en la que la nave se introduce en un agujero negro, los efectos visuales son muy parecidos a los de 2001, una odisea del espacio (película mil veces mejor pese a tener 33 años menos), solo faltaba que sonara el Danubio Azul.
     Un Matthew McConaughey que no se supera desde su registro en True Detective (el mejor de su vida profesional) y un Matt Damon, pasado de kilos, que no sé como se presta a interpretar un papel tan secundario.
Calificación: Suficiente.