sábado, 11 de abril de 2015

Django desencadenado (película)

Aunque la película es del año 2012, ayer volví a visionarla, porque opino que Tarantino es un director para disfrutarlo más de una vez. Tanto Reservoir Dogs, como Pulp Fiction, películas de culto donde las haya, nunca me cansaré de verlas,
Tarantino es uno de los directores más cinéfilos, en el sentido literal del término, que existen. Ex vendedor en un video club, vio en su vida miles de películas y no cabe duda que es un hecho que se advierte en su producción. Todo su cine es un constante homenaje al séptimo arte.
Django desencadenado es un híbrido entre el western y las películas de esclavitud que en los Estados Unidos suelen prodigarse como un acto de penitencia ante ese histórico atentado contra los derechos humanos. Todo ello aderezado con el inigualable toque cómico de Tarantino. Guiños aquí y allá a los clásicos del género e incluso a la hilarante Sillas de montar calientes de Mel Brooks, en la que este nos propone a un sheriff negro.
Los personajes están de tal modo caricaturizados  que se prestan al lucimiento de los actores que los encarnan. El Dr. Schultz, interpretado por el actor austríaco Christoph Waltz, descubrimiento de Tarantino en Europa, no cambia el registro de su papel en Malditos bastardos, no obstante realiza un trabajo destacable. Y, sobre todo, podemos ver a un Leonardo DiCaprio en el rol de un señorito sureño arrogante y esclavista que me ha sorprendido agradablemente, partiendo de la base que no es precisamente un actor de mi devoción.
Luego, salpicados en casi tres horas de metraje, los divertidos gags, – destaco la discusión entre los miembros de Ku Kux Klan (error histórico porque el KKK surge después de la Guerra Civil, y la película se desarrolla dos años antes) – los diálogos brillantes– la lección de frenología de Leonardo DiCaprio ante una calavera, simulando un Hamlet sureño – y por supuesto la sangre… Siempre presente la ecuación "Tarantino igual a Sam Peckimpack elevado a la enésima potencia".  El propio Quentin, inmolado en una explosión de dinamita que lo convierte en un humeante cráter, nos puede dar una idea de la violencia que discurre a lo largo y ancho de esta genial producción.
En definitiva, tres horas de gran cine, y aunque no sean afectos al western no se la pierdan.