lunes, 1 de mayo de 2017

La celda de cristal (Novela)

Patricia Highsmith es sobradamente conocida, pero en particular lo es en el ámbito de los aficionados al thriller. Sus novelas han trascendido más allá del mero trabajo literario para convertirse en guiones de cine de gran éxito. ¿Quién no recuerda Extraños en un tren, o el Talento de Mr. Ripley, llevados con tanto éxito a la gran pantalla?
En 1964 Highsmith escribió La celda de cristal, novela que llegó casualmente a mis manos en un mercadillo de libros de ocasión y que esta semana acometí, con cierto escepticismo, porque no es esta una escritora santo de mi devoción.
La novela es una narración que consta de dos partes diferenciadas. La primera describe las desventuras de un arquitecto que es condenado a seis años de prisión acusado de corrupción por edificar un colegio público con materiales de ínfima calidad y quedarse con el dinero sobrante del presupuesto destinado a la obra. La vida carcelaria en toda su dimensión está bien descrita, pero no deja de carecer de emoción, de chispa… de ese algo que para mí no tiene esta escritora… Me resulta de una impasibilidad desesperante y empatiza poco con el lector – en este caso conmigo.
La segunda parte es la puesta en libertad del protagonista. Volver a retomar la relación con su esposa. Esta, durante su ausencia, tuvo una aventura con el abogado que llevaba su caso, lo que desata una crisis de celos que desemboca en el asesinato del amante. Un argumento simple.
Vamos viendo la transición del hombre, supuestamente inocente, en el criminal sin escrúpulos, apenas turbado por sus acciones y con la misma impasibilidad psicológica.
En definitiva, una novela más que no me ha dejado huella ni mínimamente profunda. Aunque claro, leída después de haber disfrutado con el último trabajo de Pierre Lemâitre (Recursos inhumanos), leer a Highsmith es como pretender sentir la dulzura de un caramelo después de haber chupado un limón.

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