Ciudadano ilustre es una película extraordinaria. Una durísima
crítica al provincianismo, en el que la mezquindad, la envidia y la bajeza
moral es la forma de vida de una población que no ve más allá de su monótona
existencia. La idiosincrasia del argentino sabelotodo, de oratoria fácil y verborrea abundante pero vacía, es puesta de manifiesto en esta cinta, con una gran dosis de ironía.
Salas, un pequeño pueblo rural en lo
más recóndito de la Argentina profunda, ve como su hijo más célebre,
recientemente galardonado con el premio Nobel de literatura, regresa al lugar
de donde huyó cuando joven para buscarse un futuro para dedicarse a las letras.
Años después, ya convertido en un escritor de renombre mundial, es invitado por
las autoridades pueblerinas para nombrarlo “ciudadano ilustre”. Movido por una
súbita añoranza y curiosidad, regresa para encontrarse con su antigua novia, ya
casada con un viejo compañero de escuela. La presencia del hombre altera a todos
los estamentos el pueblo, y el hombre ve como a su alrededor la miseria de la
que antaño escapó, vuelve a rodearlo de un modo sofocante. Todo el mundo trata de agasajarlo a su modo, pero siempre tratando de obtener un beneficio a cambio. La ignorancia y la
incultura acaban abrumándolo de tal modo que ya no puede ignorarlo por más
tiempo, por lo que acaba poniendo a cada uno en su sitio a pesar de las posibles
consecuencias.
De lo mejor que he visto este año y que una vez más me confirma la progresión y calidad del cine argentino, tan en auge como en declive sigue estando el cine español prostituido por las subvenciones.
De lo mejor que he visto este año y que una vez más me confirma la progresión y calidad del cine argentino, tan en auge como en declive sigue estando el cine español prostituido por las subvenciones.
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