En un pueblo americano se comete un brutal crimen. Un joven
matrimonio es atacado en su propia casa. El hombre fallece y la esposa es hospitalizada en
estado de coma. Él, un ex veterano de la guerra de Irak, un hijo modelo y un
ciudadano ejemplar… Ella, una ex miss y reina del Instituto; en definitiva, la
familia modelo americana que todos quisiéramos para nosotros y nuestros hijos.
La policía detiene a un hombre de color como principal
sospechoso del crimen y a dos cómplices.
Ahora bien, lo que en principio puede tratarse de una serie
con ciertas dosis de thriller, de pronto se convierte en un crisol de razas.
Las tipologías de los personajes son tan variopintas que nos parece estar
asistiendo a una sesión de la ONU.
El sospechoso es de color, con rasgos occidentales,
drogadicto y con una novia, drogadicta también, más blanca que un prado después
de una copiosa nevada. El primer cómplice es un mejicano, delincuente habitual
que se dedica al trapicheo en un país en el que está ilegalmente y al que se le
busca en su país de origen por asesinato. El segundo cómplice es un menor,
mejicano también, que vive con su padre viudo y su hermana en los suburbios menos
favorecidos de la ciudad.
Y ahora viene lo mejor. La hermana del sospechoso es una
islamista radical que lleva el velo de las mujeres árabes durante los once
capítulos de la serie. Militante islámica, lidera un movimiento para la
liberación de su hermano, apelando a un pretendido victimismo por razón de raza
y religión. La novia del sospechoso es una joven de familia bien que ha sido
adoptada de niña, pero que sale contestaría y rebelde. Abandona su familia y se sumerge
en el mundo de las drogas con su pareja de color, renegando de la familia que
la crió.
Pero todavía no he acabado. En la casa de la víctima se
descubre un alijo de drogas que lleva a la policía a determinar que el
asesinado era traficante. Su esposa, en coma durante la mitad de la serie, y
con afasia y amnesia cuando despierta, una redomada ninfómana que se acostaba
con todo bicho viviente con la anuencia de su marido. La madre de la víctima
una racista e intolerante que trata de que el fiscal añada a los cargos el crimen por
racismo. El ex marido de esta última, un ludópata que había abandonado a sus
hijos cuando eran niños y que quiere redimirse. El hermano de la víctima, un soldado
destinado en Europa que tiene una relación
sentimental con una asiática para ahondar más en el racismo de su madre.
¿Debo continuar? … Con todos estos ingredientes que puede
salir de ahí… Una serie de televisión que, de forma inaudita, resulta sosa, sin
sustancia y carente de ritmo…. Resulta una tremenda paradoja
que un guiso con esos ingredientes resulte tan decepcionante, para bien o para
mal.
Pretende ser una tremenda crítica al racismo que al final, y
por las personalidades tan esperpénticas de sus protagonistas, acaba resultando
cómica.
Lo mejor de todo es que la historia finaliza en el capítulo
11 y no tiene más temporadas.
José M. Ramos.
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